Por Jaime Sierra Delgadillo
exdefensor del paciente de Cali
Correo: jaimesierra7@gmail.com
Mucho se ha debatido sobre la crisis del sistema de salud en el país y el consecuente fracaso de las EPS para brindar atención médica oportuna, eficiente y de calidad a sus afiliados; no por la falta de recursos, sino por la avaricia de quedarse con tan millonarias economías. Donde el interés del dinero está por encima del valor supremo de la vida y la salud de las personas; el ser humano como un objeto de valor para poner en la balanza de la utilidad, la pérdida o la ganancia. Trágica realidad que quedó más que develada con la pandemia del coronavirus que inundó a la humanidad.
Las EPS con todos sus accionistas y personal directivo, encontraron en la pandemia un espacio para seguir llenando las arcas a costa del dolor humano, sin importar la tragedia que implicaba para cientos de familias; en consecuencia, no asumieron el liderazgo que les correspondía para enfrentar la agresión del virus con campañas preventivas y pedagógicas; de atención médica inmediata y eficaz para los pacientes; y de acción integral para proteger la vida y la salud de sus afiliados.
Por el contrario, nos encontramos unas EPS paquidérmicas, que se movían solo por la presión de las autoridades locales y los medios de comunicación; tanto así, que como en Cali, el Alcalde Ospina procedió a formular denuncia penal contra los directivas de varias EPS; y en ese sentido, llama la atención el desdén que tienen estas empresas de “salud” frente a la entidad que supuestamente las regula, vigila y sanciona como la Supersalud, a esta “SUPER” no le tienen el más mínimo respeto, se la pasan por la faja, lo cual ocurre, porque una entidad con la enorme burocracia que tiene no aplica las grandes herramientas que le da la ley para sancionarlas frente a tanto atropello a los pacientes.