Traudel Hurtado Valencia, maestra, usando los “servicios” de Cosmitet, debido al agobiante malestar que padecía, ingresa por urgencias en la primera semana de octubre, siendo despachada con ranitidina sin exámenes de ninguna clase; la maestra increpa al médico para que haga el examen pertinente para a un diagnóstico objetivo, a lo cual el médico se niega.
El malestar persiste y se intensifica, por lo que ingresan el 23 de octubre a urgencias a la peligrosa Clínica Rey David, siendo “hospitalizada” de inmediato en un pasillo dividido por cortinas mal olientes y sucias.
En una camilla pasa cuatro días, con sus noches, durante los cuales jamás fue valorada por médico especialista y jamás cambiaron los tendidos de su lecho de enferma, un ambiente totalmente antihigiénico. Por la indignación y el carácter, esta docente (de la Institución Educativa Técnica San Antonio de Jamundí), salvó su vida en ese momento, pues armó tremenda escandalera al personal administrativo y médico, responsabilizándolos legalmente de cualquier desenlace grave que le pudiese ocurrir y llamó a los entes de control.
Entonces, aparecieron médicos especialistas y una habitación hospitalaria. Practicados los exámenes de rigor, llegaron al diagnóstico, precisando que la paciente estuvo en grave riesgo de una infección generalizada que por su valiente acción pudo frenarse a tiempo. La maestra sabe que mientras siga en Cosmitet, a lo que es obligada por ser docente, el viacrucis sigue.
Lo sufrido por esta maestra es el sufrimiento de cientos de miles de docentes activos y pensionados con sus familiares, a quienes obligan a permanecer en una EPS que no respeta su dignidad humana y menos, la dignidad de su profesión. Es hora que el Ministerio de Educación Nacional y en especial, Sutev y Fecode, se toquen, se reboten, se estremezcan para sacar de circulación esa terrible Cosmitet y les brinden los servicios de salud merecidos como maestros y seres humanos.