Por Jaime Sierra Delgadillo
exdefensor del paciente de Cali
Correo: jaimesierra7@gmail.com
La reapertura social en todas sus dinámicas es una realidad que debemos asumir con toda la seriedad y responsabilidad del caso; prácticamente todo se ha normalizado, vemos las calles atiborradas de personas, las tiendas, almacenes, parques, igual; a esto se suma, la decisión de las autoridades de levantar la cuarentena obligatoria a partir del 1 de septiembre; se abren carreteras a nivel nacional para transporte público y privado, el privado podrá ir con la totalidad de sus cupos; se abren vuelos nacionales; se abren restaurantes, gimnasios, bares, cines, casinos, piscinas, hoteles, colegios, universidades, museos, bibliotecas, parques de atracciones, industria y comercio. Es decir, la reapertura total.
Es impredecible lo que pueda suceder, pues la verdad sea dicha, estamos en el pico más alto de contagio y muchos se cuestionan que se haga tal reapertura cuando el bicho está atacando con todo su furor; pareciera una contradicción de gran calado, que todos puedan salir y todo se abra, cuando estamos en semejante pico de contagio; en unas semanas tendremos respuestas sobre esto y ojalá, no sea, el sufrimiento de una tragedia descomunal; pues el bicho está allí y seguirá fastidiando.
Ante esta realidad, se compromete seriamente nuestra responsabilidad personal; pues de nosotros mismos depende que el virus siga en ascenso; de la aplicación rigurosa de las medidas de seguridad que cada uno tomemos; es claro, que ya depende de cada uno y no de las autoridades. Esta reapertura debe ir aparejada de una alta dosis de conciencia; quizá si somos rigurosos, podemos hacer el quite al virus; seguir con el distanciamiento social, evitar las aglomeraciones, evitar llevar las manos a la cara; hacer lavado permanente y sistemático de las manos; cargar permanentemente el atomizador de alcohol para limpiar manos y superficies; usar el tapabocas adecuado y adecuadamente; etc. De cada uno de nosotros depende que esto pare.